4 verdades que necesitamos entender


1. Dios te ama y desea darte una vida con propósito.

 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San Juan 3:16).

Jesucristo promete: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10b).
Pero el hombre no disfruta de esta vida abundante porque…

2. El pecado separa al hombre de Dios.

 · La realidad del pecado:

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de (no alcanzan) la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

· La consecuencia del pecado

Porque la paga del pecado es muerte…” (separación de Dios) (Romanos 6:23).
El pecado es la rebelión activa o pasiva del hombre contra Dios, que resulta en la desobediencia a Su voluntad. 
El hombre pecador busca desapoderadamente encontrar a Dios y una vida con propósito. Pero no puede alcanzar la gloria de Dios por sus propios méritos. El pecado ha roto su comunión con Dios. Sólo hay una solución para este problema:

3. Jesucristo es la solución provista por Dios para el pecado.

· Él murió en nuestro lugar

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8)

· Él es el único camino

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan 14:6)
Jesucristo resucitó al tercer día de los muertos (1 Corintios 15:3, 4). Ahora, Él es el puente que hace posible nuestra salvación, la cual “proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo” (2 Corintios 5:18a).
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1ª Timoteo 2:5).
Pero sólo saber esto intelectualmente no basta;

4. Es necesario recibir a Cristo como Salvador y Señor.

· La promesa

…que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1ª Juan 5:11,12).

· La condición

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (San Juan 1:12).
Recibir a Cristo conlleva una entrega total de la persona. Al permitirle la entrada en nuestra vida, perdona nuestros pecados y nos hace el tipo de persona que quiere que seamos. No es suficiente una aceptación intelectual o tener solamente una experiencia emocional.